A muchas nos llega ese momento en el cuál queremos recuperar nuestra vida sexual después de una larga relación en pareja. Volver a buscar sexo después de un divorcio o de una separación puede suponer enfrentarse a temores y miedos si es algo que no hacíamos hace años. Aquí os dejo una primera parte de mi historia, espero que os guste y os de ánimos.
El Juego Sexual
En el bosque encontramos todo tipo de depredadores, te das cuenta de ello después de pasar parte de tu vida dedicada a compartirla con alguien con la que creías que no ibas a dejar de compartirla y, de repente te levantas un día y te encuentras sola, ahí empiezas a ver la cantidad de cazadores que existen… Es donde comienza este relato.
Después de años en pareja de repente un día llega la separación, el divorcio, o simplemente la monotonía, la inapetencia e incluso el aburrimiento a todos los niveles.
Empiezas a salir y a descubrir ese bosque lleno de cazadores donde sientes nuevas experiencias, las cuales no quieres que sean las mismas de antes.
Un día despiertas con uno de esos depredadores con el cual no imaginarias que esas nuevas experiencias las puedas llegar a sentir tú misma.
La intensa luz del atardecer peleaba por colarse en la habitación. Los hoteles a simple vista, suelen parecer fríos, pero las siestas sientan como nunca, se saborean, son plenas. Permiten la relajación del que no piensa el qué hora es, si tengo que hacer esto o lo otro. Los primeros momentos somnolientos después de ese ratito tan placentero son desconcertantes, no sabes muy bien dónde estás, no es tu cama, no es tu habitación, y eso parece que inquieta. Esa incertidumbre del despertar en un hotel de cama cómoda siempre permite gozar del momento en el que descubres que estás allí, que nada te apremia, que el tiempo pasa despacio.
Entonces, todo se tornó diferente cuando, sin querer, le descubrí con dificultad entre los problemas para evitar la luz y lo complicado de abrir unos ojos que se encuentran en proceso de desperezarse. Contemplé a la causa de tu zozobra emocional, de tu reciente dosis de felicidad. Una mezcla de adrenalina y placer te recorre por todo tu cuerpo y te obliga a terminar de abrirlos para poder contemplar con claridad una de las visiones más hermosas que un ser puede disfrutar en esta vida. Un hombre contemplándote mimándote dedicándote su tiempo en la intimidad.
Te dejas llevar por completo entregándote a todo lo que el sexo requiere, experimentas sensaciones que nunca habías sentido y ni imaginabas que pudieran existir. Comienza con mucha suavidad a recorrer mi cuerpo palmo a palmo con sus labios, hasta llegar a introducir su lengua en mi sexo, pasando desde arriba pasando por mi vagina hasta llegar al ano de forma tan suave que sientes que se va dilatando por si solo, a su vez tocaba mi clítoris también muy muy suave de forma que mi cuerpo de forma natural me pedía más y más, me deslicé al borde de la cama, como me había indicado, y abrí las piernas para incitarlo, para atraerlo, para nada, porque ya no levantó la vista de mi rajita hasta que me penetró, y empezó un jadeo rápido y sin fuerza.
Cerré los ojos, dejé caer la cabeza hacia atrás y me abandoné, esperando lo que había venido a buscar, descolgué el espejo y me senté encima de él. Nunca lo había hecho, nunca había visto mi vulva con tanto detalle ni tan cerca. ¡Qué placer dan los hombres! Mete la lengua, la deja metida, presiona, la saca y la mete rápidamente como una verga pequeña, dulce y juguetona.
Un espasmo vaginal. Dos. Ya es temblor en la tripa. Ya me había dejado a punto de caramelo cuando se pasó a mis labios. ¡Qué espasmos! Y el placer sexual no iguala la satisfacción de lo que siento ahora. Con cada espasmo, con cada contracción, se está comiendo toda la nata que había en mi vagina, y además lo hace con su lengua metida en ella.
Me tumbo bocabajo en la cama, los codos apoyados en el borde. Cuando acerca su falo a mi cara, el capullo lo tiene descubierto por la erección. Cojo con mis manos suavemente su capullo y lo acaricio, descubriéndolo y tapándolo. Tras unos movimientos lo presiono suavemente, desplazando ligeramente los dedos de lado a lado; le miro a los ojos e introduzco su falo en mi boca. Sólo quiero que se descreme en mi boca, pero quiero mucha, mucha crema, y me la va a dar…..
Continuará …